Diario ABC
……grandiosa, expresiva, de cuidada sonoridad, sirvió de prólogo al muy poco divulgado concierto para dos pianos de Bohuslav Martinu, responsabilidad de las entusiastas hermanas Labèque quienes alcanzan la madurez, tras más de cinco décadas de trabajo en común, defendiendo un pianismo más concentrado, menos expuesto al exhibicionismo aunque todavía fiero: en este caso, anteponiendo cualquier opción personal al sentido apesadumbrado, robusto y muy armado de la composición
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Uno de los alicientes de la velada era el Concierto para Dos Pianos de Bohuslav Martinu, con Katia y Marielle Labèque como solistas. Se nota su dominio de esta obra que llevan varios años interpretando incluso con esta misma orquesta y director. Es obra de rasgos neoclásicos, agitada en varios momentos y un Adagio muy lírico de bella melodía. Requiere de momentos de evidente virtuosismo que las hermanas Labèque demostraron buena compenetración con la orquesta y un sonido de amplios contrastes y la distribución de arpegios sobre todo en el Allegro final.
Ritmo.es
el jazzístico Concierto de Martinu, a ratos enérgico y brillante, pero también sombrío y melancólico en su adagio central, del que las hermanas Labèque fueron las intérpretes ideales
El País
El resultado adquiere una asombrosa energía propulsora donde los pianos recuerdan a aviones de guerra en pleno combate. Actuaron como solistas las hermanas Katia y Marielle Labèque, el dúo de pianistas más famoso del mundo, tras cinco décadas tocando, grabando y ampliando su repertorio, que abarca desde Mozart a Philip Glass. Su interpretación sonó más conjuntada con la orquesta en el primer movimiento, una tocata con complejos ritmos cruzados, que en el puntilloso y rutilante allegro final. Pero lo mejor de su actuación lo escuchamos en el adagio central, donde Martinů separa los instrumentos y escuchamos cómo sus personalidades se equilibran y la tendencia al riesgo de Katia se compensa con el rigor de Marielle. Ambas ofrecieron, como propina, una bella versión de El jardín encantado, la pieza final de Mi madre, la oca, de Maurice Ravel, en la versión original para piano a cuatro manos.